Piensa en cualquiera de los paisajes naturales que hayas visitado en algún momento de tu vida. Transmiten tranquilidad, sosiego, relax…

El actual ritmo de vida, la escasez de tiempo libre y la presión del mercado laboral convierte en necesarios los momentos para recargar pilas.

Átate bien las botas que empezamos el recorrido:

1. Desfiladero de Garganchón

El sendero del desfiladero de Garganchón es circular. También se le conoce como ruta del Río Urbión, porque discurre por la garganta de este recurso fluvial. Recuerda agradecerle a este artista la obra de arte. Resulta que es uno de los recursos naturales que tardan milenios en crearse.

El río Urbión seguro que se saltó el boceto, pero el resultado es espectacular. Sus aguas son protagonistas durante la mayoría del recorrido.

La caminata es de baja dificultad, por lo que puede realizarse en familia. Sólo hay que seguir las marcas de pintura amarilla y blanca. También hay que tener especial cuidado en los puentes.

Sauces, chopos, fresnos y serbales se encuentran en un serpenteante recorrido, apto a pie o en bicicleta de montaña. En total son 8,3 kilómetros donde se puede avistar fauna como corzos, jabalíes y buitres leonardos.

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2. Pozo negro

La laguna del Pozo Negro es limítrofe entre Castilla y León y La Rioja. Su importante reside en estar entre los últimos vestigios del glaciarismo de la Sierra de la Demanda.

Se sitúa a 1.860 metros de altitud, así que prepara los pulmones (y los glúteos). Ambos se van a activar desde la salida, en el aparcamiento de Cruz de la Demanda. Pero también al poco de empezar encontrarás un hito geodésico donde hacerte la foto de rigor para mandar a tus grupos de colegas.

Este lugar plantea dos opciones para continuar: una por el cordal, hasta la subida al Otero. Otra por la pista, hasta llegar al mismo punto final. La primera opción se recomienda para montañistas más experimentados. Mientras que la segunda posibilidades más sencilla.

Durante el recorrido, fíjate bien en el contraste de la vegetación de una Comunidad Autónoma y otra. En el Valle Oja, del lado riojano, se pueden encontrar castañares y explotaciones agrícolas intensivas, así como frondosas riberas. Del otro lado, el del Tirón de Burgos, la influencia atlántica aporta pinares, pistas forestales y refugios de ganaderos extensivos.

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3. Pico San Millán

San Millán es el pico más alto de la provincia de Burgos. Situado a 2.131 metros sobre el nivel del mar, ofrece una ruta que puede hacerse en cualquier época del año.

La aventura comienza en la localidad de Barbadillo de Herreros y está pensada paramontañistas con experiencia, pues la dificultad del trayecto es media- alta. En total son 24 kilómetros y medio, que también pueden hacerse en bicicleta.

Durante el recorrido el visitante encontrará pozas, zonas rocosas, rocas cuarcíticas y pequeñas cascadas en las épocas de deshielo, valores destacables de estos paisajes naturales.

En la cima de la montaña las vistas son impresionantes, habiendo dejado atrás los pastizales propios de la alta montaña y las arboledas de pino albar.

4. Bosques milenarios

La Sierra de la Demanda es un territorio con gran conservación de paisajes naturales. Continúa la actividad ganadera y forestal en parte de la comarca y la industria escasea. Estas condiciones son favorables para la riqueza faunística y la conservación de bosques milenarios.

Un paseo por estas dehesas permiten alejarse de la contaminación de las grandes urbes y oxigenarse por dentro y por fuera. Los tejos milenarios en la zona de Panizares son testigos del entorno, de la historia y de los caminantes que año tras año dejan su huella.

Antes por trabajo, ahora por placer. Los tejos parecen impasibles al paso del tiempo. En el plano opuesto, los visitantes no deben ser indiferente a estos recursos naturales que cada vez atraen más turismo.

Evitar pisar las raíces, prohibir subirse a las ramas y dejar la zona libre de residuos son prácticas de conciencia ambiental que permiten conservar el lugar para que todo el mundo lo disfrute.

En solitario, por parejas o formando pequeños grupos, en estas rutas se disfruta de desfiladeros, senderos entre pinares, paisajes sensacionales y pinceladas de arte que salpican el espacio como sólo Castilla y León sabe hacerlo.

5. Laguna de Haedillo

La Laguna de Haedillo forma parte de un conjunto de once lagunas glaciares. Se sitúan en el conocido como Valle de Valdelaguna, en la cara Norte de la Sierra de Neila. El acceso se hace a pie desde la localidad de Torbaños de Arriba. No se recomienda intentarlo con bicicleta, pues el territorio es muy pedregoso y la pendiente pronunciada.

La ruta se disfruta durante todo el año, pero en invierno es uno de los parajes más bellos, por la nieve vistiendo el paisaje. Los bosques de hayas acompañan en el trayecto de una senda bien marcada y un desnivel de 513 metros.

No te asustes si escuchas a corzos, ciervos o lobos ibéricos. Estás entrando en su casa y no has llamado a la puerta. Este espacio es una Reserva Nacional de Caza, un espacio incluido en la Red Natura 2000 y una zona de Especial Protección para las Aves.

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6. GR-82

El sendero de Gran Recorrido GR-82 tiene una docena de etapas. Se desarrollan en la Sierra de la Demanda con una longitud de 270 km.

En el recorrido puedes encontrar yacimientos de huellas de dinosaurios, árboles fósiles, eremitorios de la alta Edad Media y una gran concentración de necrópolis.

Recursos naturales y patrimoniales en esta comarca burgalesa tienen tremenda fuerza para recargar las pilas a través del descubrimiento de lugares insólitos.

El GR-82 pasa por 36 localidades, aún habitadas, que aún practican la trashumancia y el trabajo forestal. Estos senderos pueden recorrerse andando o en bicicleta de montaña.

En conclusión, la Sierra de la Demanda, en Burgos, es un espacio ideal donde los paisajes naturales acogen al visitante y le hacen sentir como en casa.

Agradables paseos entre árboles milenarios, rutas en bicicleta o escaladas a picos de más de 1.500 metros de altura son algunas de las propuestas que el espacio te ofrece.

Disfruta de la Sierra de la Demanda