Consiguió sentar las bases para el futuro reino de Castilla al unificar bajo su mandato varios condados y lograr que el Condado de Castilla fuera hereditario. La historia de Fernán González nos lleva a la población de Covarrubias (incluido en el selecto club de “Pueblos más Bonitos de España”), donde merece la pena callejear por sus plazas, callejuelas y casas de aspecto medieval, como la Casa de Doña Sancha o La Torre de La Emparedada, donde según la leyenda el conde retuvo a su hija Doña Urraca por enamorarse de un pastor. La Colegiata de San Cosme y San Damián conserva el Tríptico de la Adoración de los Reyes, así como tablas de Berruguete y Van Eyck, que no deben perderse los amantes del arte. Frente a la Colegiata, una escultura de la nostálgica princesa Kristina de Noruega. Junto a ella se abre la muralla hacia un paseo empedrado junto al río. Otros edificios de interés son el palacio de Fernán González y la imponente puerta del Archivo del Adelantamiento de Castilla, que sirve de entrada a la villa.

El MONASTERIO DE SAN PEDRO DE ARLANZA, es el núcleo de múltiples historias y leyendas de la época y fue el elegido por Fernán González para ser enterrado. Es aquí donde se celebraron los primeros Consejos de Castilla, y uno de los lugares de donde se apunta que se realizaron los primeros escritos en castellano, si bien los documentos se dispersaron con la desamortización de Mendizábal. Este fue el momento en que el Monasterio fue abandonado y los restos de Fernán González trasladados a la Colegiata de Covarrubias. Las ruinas del monasterio conservan, a pesar del expolio al que ha sido sometido, un gran atractivo al que se suma la belleza del entorno. Puede apreciarse la superposición de elementos góticos sobre el edificio inicialmente románico, fruto de diversas intervenciones durante su funcionamiento, entre los años 912 y 1895 (los capiteles son del siglo XI mientras que la torre es del s. XII). Se puede tratar de encontrar un juego de alquerque labrado en la piedra, testimonio de una partida entre el abad y el demonio, decisiva para la construcción del templo.

Las ruinas de San Pedro de Arlanza son además el escenario de misteriosas historias y leyendas. Se cuenta que la edificación no avanzaba porque al caer la noche los demonios destruían lo que los canteros habían construido durante el día. Ante la imposibilidad de continuar así los trabajos, se pidió consejo a un templario con conocimientos de magia. Éste hizo grabar un juego de alquerque en el Monasterio, y al llegar la noche retó al demonio a una partida, en la que si ganaba el demonio se llevaría su alma, pero si perdía debería abandonar el monasterio para siempre. En la última jugada, el demonio al coger una de sus fichas, se evaporó. Bajo ella se encontraba un símbolo cabalístico utilizado antiguamente por el rey Salomón para dominar a genios y diablos.

Una mañana, estando el joven Fernán González de cacería, avistó un enorme jabalí blanco y fue tras él, adentrándose entre los sabinares de la zona sin éxito. Continuó andando hasta llegar a la entrada a una cueva. Fernán González entró en ella y vio con sorpresa un altar, sobre el que se encontraba el jabalí que había estado buscando. Al verle ahí no pudo matarle y decidió perdonarle la vida.

Cuando salía se encontró con tres ermitaños. Uno de ellos llamado Pelayo le profetizó que ganaría múltiples batallas y que algún día llevaría a la independencia al Condado de Castilla. A lo que el conde le respondió qué si se cumplían sus palabras, construiría una ermita en ese lugar. Las profecías se cumplieron e hizo construir una ermita que finalmente dedicó a San Pelayo, y que puede admirarse sobre una vertiginosa roca desde el Monasterio de San Pedro de Arlanza.