Tierra pelendona


La herencia celta que pervive hasta nuestros días en forma de tradiciones y festividades.

La tribu celta de los pelendones, procedente del bajo Rhin, era un pueblo ganadero con gran dominio de la metalurgia que complementaba a la perfección sus potentes técnicas guerreras. Entre los s. VIII y VII a.C. ocupan las montañas del norte del Sistema Ibérico asentándose en posiciones elevadas, desde las que avistar y proteger su territorio. Se organizan en una estructura patriarcal (consejo de ancianos, jerarquía guerrera), aunque la mujer tiene un papel principal en el trabajo y en la guerra, y ciertos derechos asumidos (elección de esposo, recepción de herencias), impensables en otras culturas coetáneas.

A la protección natural de los montes sobre los que se instalaban añadían murallas, fosos y piedras hincadas, dando lugar a los “castros celtas”. Un verdadero quebradero de cabeza para los romanos, que tuvieron que cambiar su calendario adelantando las celebraciones del año nuevo, originalmente en marzo, a enero para entrar en la Celtiberia, sobrios y puntuales en primavera.

La administración comunal y depurada de los recursos naturales (bosques, ganado, materias primas) hizo que sus formas de vida perduraran siglos después de la cristianización del territorio. La carretería, la trashumancia y la metalurgia son oficios que permitieron que estos pueblos superaran con cierta solvencia las etapas más duras de la historia hasta hoy.

Ritos celtas que perduran

Muchos ritos celtas han perdurado hasta hoy, a veces disfrazados de fiestas cristianas, en todo el territorio pelendón (Sierras de la Demanda, Mencilla y Neila): destaca la Pingada del Mayo y celebraciones locales en el entorno de los equinoccios y solsticios.

Dinosaurios y yacimientos

El enorme patrimonio del Cretácico Inferior, hace 130 millones de años, se conserva en el entorno de Salas de los Infantes.

Eremitorios y necrópolis

Esta forma de vida que irradiaba cierto carisma, atrajo a numerosos jóvenes, y los asentamientos eremitas fueron notables en este territorio.

Picotas, rollos y cruceros

En Barbadillo del Mercado se encuentran estos elementos y también la ermita visigótica de San Juan Bautista, una desconocida pero interesante construcción.

Las téseras de hospitalidad


Las téseras de hospitalidad consistían en pequeñas tablillas de metal, normalmente con forma de algún animal, que reflejaban un pacto de hospitalidad entre pueblos o entre personas. La tésera la formaban dos partes complementarias que al juntarlas encajaban a la perfección; el anfitrión conservaba una parte y el visitante otra y así, en caso de reencontrarse tiempo más tarde, la tésera sería prueba de identificación.